Tarde de verano en 'Barna'

Barcelona se abre a propios y extraños con una variedad de opciones digna de mucho más que un verano

Muchas son las razones que ahuyentan a los catalanes de la ciudad de Barcelona en verano. El calor es una de ellas, pero el apretado flujo de turistas (fila interminable que en agosto adquiere proporciones increíbles) es razón suficiente para huir de un lugar repleto de rincones hermosos que, además, tiene playa, la Barceloneta. Los catalanes nunca van a esa playa, sin embargo.

El amasijo de cuerpos embarrados de bronceador que cubre esta playa está formado exclusivamente de turistas. Los locales suelen ir a la Costa Brava.

En uno de los trenes catalanes es posible llegar, por ejemplo, de Barcelona a San Pol de Mar en 45 minutos y pasar la mañana en una playa 100% natural (porque la Barceloneta es remosada constantemente) y luego comer de manera espectacular en el restaurante San Pau. Su chef, Carme Ruscalleda cuenta ni más ni menos que con seis estrellas Michelin, lo cual la sitúa en un rango de élite ahora que El Bulli - el fenómeno de la cocina contemporánea, con las propuestas moleculares de Ferrán Adriá - cierra sus puertas. Quedan sus amigos y aquellos que han sido inspirados por ese espíritu elevado del placer de comer. Entre todos ellos, Carme Ruscalleda es la número uno, y eso es indiscutible.

Pero volvamos a Barcelona, donde hay un par de cosas que hacer además de formarse en la cola de una hora para entrar a La Sagrada Familia.

Los fines de semana al atardecer, por ejemplo, encienden las fuentes de la Plaza de España y se forma un espectáculo de chorros de agua y colores bastante digno. Y los lunes, miércoles y viernes es posible coger una manta y una canasta, meter en ella una botella de vino, un queso y una hogaza, y lanzarse a disfrutar una película tumbado en los prados del Montjuic.
Fuente: Nat Geo Traveler

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