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| Paisaje, vida silvestre, glaciares, tradición y mucho deporte de aventura es sólo un poco de lo que podrás hacer si navegas por las costas de Alaska. | 
Mientras más al Norte navegamos los días se alargan y el  capitán anuncia que se extenderán aún más. Observar los atardeceres en  esta latitud del mundo es toda una experiencia, pareciera que la  oscuridad absoluta nunca llegará. 
La primera parada es Ketchikan. La intensidad de la luz me  despierta. De entre los muchos atractivos de esta, una de las cinco  ciudades más pobladas de Alaska (con apenas cuatro mil familias  aproximadamente), destaca el paisaje, un equilibrio entre agua y montaña  combinado con el sabor de un pueblo histórico que muestra su pasado  indígena y que fuera colonizado por los rusos en 1886, quienes abrieron   fábricas de conservas, así ganó el sobrenombre de la capital mundial  del salmón.
 La entrada a los fiordos
Da un paseo por la zona de Creek Street y el centro histórico Ketchikan,  donde encontrarás el Museo Histórico Tongass, el Alaska Discovery  Center, el Tribal Hatchery and Eagle Center y Totem Heritage Center.  También puedes alquilar un auto para explorar la Saxman Aldea o Totem Bight State Park.  Pero si lo tuyo es la aventura, contrata una caminata guiada por el  Santuario Bosque de Alaska; o con Alaska Canopy Tours lánzate de una  tirolesa. Otras opciones son ir de pesca, hacer kayak o bicicleta de  montaña rumbo a la Playa de Rotary. Sin importar cuál sea tu elección,  contemplarás la vida silvestre en su esplendor. Y esta es apenas la  entrada al Misty Fjords National Monument. Yo he optado por un tour en  bicicleta. Es una lástima que sólo estemos un día en Ketchikan. Dicen  los locales que en los restaurantes Steamers y Alaska Fish House te  sorprenderá su sazón.
 Vida salvaje
La segunda parada es la ciudad Wrangell, fundada  por los rusos en 1834 e importante centro de comercio de pieles. Entre  los principales atractivos sobresalen: la casa del Jefe Shakes Tribal,  el Totem Park, el Museo Wrangell, que narra la  historia local, y el Observatorio de Osos Anan. Pero quizá el mayor  atractivo de esta pequeña localidad es el paisaje, el cual puedes  admirar más si practicas kayak o pescas en el río Stikine, o simplemente si caminas entre los petroglifos.
Después de gozar del espíritu tranquilo de este poblado debemos  zarpar de nueva cuenta. La siguiente parada es Juneau, a 250 kilómetros.
La capital de Alaska
Amanecemos en Juneau, y lo que  alcanzo a ver desde mi baranda es pintoresco: las montañas son el  escenario de una ciudad que sin duda es enorme comparada con las dos  anteriores. Aquí, se ve, hay mucho por hacer en verano y en invierno.  Eso aseguran los locales. Yo he optado por tomar un tour para  avistar ballenas jorobadas, así que puntual dejo el Silverwind para  tomar un autobús que me conducirá a mi siguiente destino. El espectáculo  es conmovedor. Después de ver sumergirse y emerger a una enorme ballena  en aguas alasqueñas, pareciera que no puede existir nada mejor. ¡Qué  equivocada estaba! Después de estas tres horas de navegar al lado de  ballenas, focas y águilas calva, no pensé que mi visita al glaciar Mendenhall  me hiciera rectificar tan pronto. Pero esto no es todo, aquí en Juneau  es posible tomar un tour en helicóptero y caminar en el glaciar o  visitar sitios protegidos donde puedes contemplar de cerca osos negro,  marsopas de Dall, leones marinos, focas, nutrias, cabras montesas y  ciervos de cola, mientras haces kayak de mar, senderismo o rafting. En  invierno los actividades deportivas que no te debes perder son: trineos  tirados por perros, esquí alpino, heli-esquí, esquí de fondo y  snowboard.
Antes de embarcarte de nueva cuenta, date una vuelta por las  tiendas y llévate alguna de las maravillosas piezas hechas a mano:  tótems, esculturas, aretes, pulseras, prendedores, textiles, suéteres?
 Por : Miriam Martinez para Nat Geo en español 






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