Es la cuna del pintor Toulouse-Lautrec y una de las ciudades más encantadoras del suroeste de Francia, en una colina a orillas del río Tarn. |
La capital del departamento de Tarn, perteneciente a la región de Midi-Pyrénées, muestra un conjunto arquitectónico medieval desarrollado durante el siglo XIII, donde resaltan imponentes monumentos de estilo gótico meridional, construidos con la arcilla roja del río que la rodea. Aunque no fue hasta el año 2010 que su centro histórico de 63 hectáreas fue catalogado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, Albi posee desde la antigüedad una gran oferta que intercala el arte y la historia con los paisajes y la gastronomía.
El Puente Viejo edificado sobre el río Tarn en el año 1035 es uno de los más antiguos de Francia y gracias a él la ciudad se convirtió en un importante centro de comercio durante el Medievo, conectando el comercio fluvial de vino, cáñamo, azafrán y cerámica entre las poblaciones locales y los países vecinos como Italia y España. Hoy el puente sigue abierto a la circulación y desde ahí se puede apreciar una maravillosa vista de la ciudad, donde destaca la catedral de Santa Cecilia, el gran orgullo de los habitantes, ya que además de ser el mayor conjunto escultural de la Edad Media del sur de Francia, es la iglesia que contiene más pinturas renacentistas de toda Europa. Su construcción gótica meridional duró 200 años (1282 a 1480) y ofrece un curioso contraste entre la austeridad externa del templo y la suntuosa decoración de su interior, la cual está recargada con frescos de pintores del Renacimiento italiano. Vale la pena entrar para admirar la bóveda, la pintura de El Juicio Final que decora la pared occidental y la sala del tesoro que contiene objetos de arte sagrado de los siglos XIV al XIX. También sus órganos son de gran relevancia, ya que gracias a su atractiva decoración han sido catalogados como los más hermosos de Francia.
Al lado de la iglesia y formando una fortaleza con esta, se localiza el Palacio de la Berbie, uno de los arzobispados más antiguos de Francia y actualmente sede del Museo Tolouse-Lautrec, en honor al artista que nació en esta ciudad en 1864. La estructura presenta un área de jardines asomándose a la ribera del Tarn con vista al Puente Viejo, ofreciendo uno de los rincones más acogedores de Albi. Sin embargo, lo más interesante del palacio es la exposición de más de mil obras del pintor, fondo que constituye la mayor colección pública en el mundo dedicada al icono del París de finales del siglo XIX.
Después de visitar el museo, vale la pena disfrutar un buen café en cualquiera de las terracitas de la plaza de Santa Cecilia, o bien, ir a degustar la gastronomía francesa en el Mercado Cubierto, localizado en la plaza Laperous, que cuenta con varios puestos de frutas, verduras, quesos, carnes, pescado y un restaurante con mesas libres por si los visitantes quieren sentarse a comer lo que compraron en alguno de los puestos.
Para continuar el recorrido, no hay que dejar de visitar las callejuelas de la ciudad, llenas de preciosas casas señoriales con fachadas pintorescas, plazas como la de Sainte Cecile o la iglesia románica-gótica San Salvy que fue la primera sede episcopal de la ciudad entre 474 y 584.
En las orillas del río Tarn también se pueden descubrir preciosos palacios, antiguas fortificaciones y estructuras como los molinos de ladrillo en el barrio de la Madeleine, desde donde se puede observar el río y el casco antiguo.
Si el tiempo lo permite, también se puede realizar alguna visita vinícola a los alrededores, como al Château de Salletes, antigua propiedad de la familia Lautrec y reconocida bodega que se sitúa en el valle del Sodrome, a unos 20 minutos de la ciudad de Albi.
Por Rocio Flores Tapia para Nat Geo
El Puente Viejo edificado sobre el río Tarn en el año 1035 es uno de los más antiguos de Francia y gracias a él la ciudad se convirtió en un importante centro de comercio durante el Medievo, conectando el comercio fluvial de vino, cáñamo, azafrán y cerámica entre las poblaciones locales y los países vecinos como Italia y España. Hoy el puente sigue abierto a la circulación y desde ahí se puede apreciar una maravillosa vista de la ciudad, donde destaca la catedral de Santa Cecilia, el gran orgullo de los habitantes, ya que además de ser el mayor conjunto escultural de la Edad Media del sur de Francia, es la iglesia que contiene más pinturas renacentistas de toda Europa. Su construcción gótica meridional duró 200 años (1282 a 1480) y ofrece un curioso contraste entre la austeridad externa del templo y la suntuosa decoración de su interior, la cual está recargada con frescos de pintores del Renacimiento italiano. Vale la pena entrar para admirar la bóveda, la pintura de El Juicio Final que decora la pared occidental y la sala del tesoro que contiene objetos de arte sagrado de los siglos XIV al XIX. También sus órganos son de gran relevancia, ya que gracias a su atractiva decoración han sido catalogados como los más hermosos de Francia.
Al lado de la iglesia y formando una fortaleza con esta, se localiza el Palacio de la Berbie, uno de los arzobispados más antiguos de Francia y actualmente sede del Museo Tolouse-Lautrec, en honor al artista que nació en esta ciudad en 1864. La estructura presenta un área de jardines asomándose a la ribera del Tarn con vista al Puente Viejo, ofreciendo uno de los rincones más acogedores de Albi. Sin embargo, lo más interesante del palacio es la exposición de más de mil obras del pintor, fondo que constituye la mayor colección pública en el mundo dedicada al icono del París de finales del siglo XIX.
Después de visitar el museo, vale la pena disfrutar un buen café en cualquiera de las terracitas de la plaza de Santa Cecilia, o bien, ir a degustar la gastronomía francesa en el Mercado Cubierto, localizado en la plaza Laperous, que cuenta con varios puestos de frutas, verduras, quesos, carnes, pescado y un restaurante con mesas libres por si los visitantes quieren sentarse a comer lo que compraron en alguno de los puestos.
Para continuar el recorrido, no hay que dejar de visitar las callejuelas de la ciudad, llenas de preciosas casas señoriales con fachadas pintorescas, plazas como la de Sainte Cecile o la iglesia románica-gótica San Salvy que fue la primera sede episcopal de la ciudad entre 474 y 584.
En las orillas del río Tarn también se pueden descubrir preciosos palacios, antiguas fortificaciones y estructuras como los molinos de ladrillo en el barrio de la Madeleine, desde donde se puede observar el río y el casco antiguo.
Si el tiempo lo permite, también se puede realizar alguna visita vinícola a los alrededores, como al Château de Salletes, antigua propiedad de la familia Lautrec y reconocida bodega que se sitúa en el valle del Sodrome, a unos 20 minutos de la ciudad de Albi.
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