Los ecos del viento magnifican la inmensidad del Himalaya,
ese gigante que despliega sus imperfecciones y con sus picos seduce a los
aventureros de todo el mundo. En el campamento argentino, la soledad se siente.
El mal tiempo ya mandó a casa a varias expediciones que postergaron para una
mejor temporada el sueño de llegar a la cima. Otros aceptaron la invitación de
una pequeña ventana de buen clima y salieron a la conquista del Everest.
Los hermanos Damián y Willie Benegas, con 13 cumbres en su haber y un grupo de otros cinco escaladores argentinos bajo su mando (entre ellos los mendocinos PabloBetancourt y Fernando Grajales), esperan que la montaña les dé la señal. Esa ventana, para ellos, no lo fue. A pesar de la ansiedad y el frío que pega duro, decidieron esperar y demorar unas horas el primer paso hacia una hazaña que no tiene antecedentes en el montañismo mundial.
Los siete argentinos están rotando posiciones entre los
campamentos que establecieron a más de 6.000 metros de altura, junto a una de
las vías que se abren paso hacia la Herradura del Khumbu, integrada por los
picos del Everest (8.848 metros, el más alto del mundo), el Lhotse (8.516,
quinto más alto) y el Nuptse (7.861, decimosexto). Lo que planean es coronar
por primera vez en la historia los tres picos en una misma expedición. Una
revancha del intento que el año pasado debieron abandonar para salir al rescate
de tres montañistas españoles.
"Hace muchísimo frío afuera, la mínima de esta mañana
fue de 15 grados bajos cero. La montaña está seca, con mucha piedras y
avalanchas -hubo una muy grande en el Nuptse-, lo que la pone peligrosa. En la
cima ahora hay vientos de entre 100 y 150 km/h.", cuenta Damián Benegas,
conectado vía Skype desde el campamento argentino. Mientras espera que su compañero
Tommy Ceppy termine el guiso, ("un guiso a la argentina", se jacta),
Damián habla de una "oportunidad". "Vamos a ser los primeros en
?tener' la herradura del Khumbo; vamos a llevar la bandera argentina a la cima
del mundo".
La posesión de ese gigante de tres picos depende de que
llegue "la ventana", ese lapso de buen tiempo que les permite subir y
hacer cumbre. El clima hostil aprieta el reloj: cuando llegue el momento,
deberán atacar la cima en una hora. Según sus cálculos, ese día podría ser el
viernes 25.
Los Benegas, mellizos y nacidos en Puerto Madryn, iniciaron
la travesía hace un mes y medio. Ya aclimatados, anoche planeaban iniciar la
última etapa. Damián ascenderá al campamento 3 (a 7.200 metros de altura) y
escalará el Lhotse para instalar el equipo necesario para la expedición final y
verificar cómo quedaron las paredes tras los últimos derrumbes. Cuando llegue a
la cima (mañana, según sus cálculos), habrá conseguido el primer hito de la
expedición: será la quinta persona del mundo que logra hacer cumbre en los tres
picos del Khumbu. Luego, volverá a la base a esperar la ventana.
En este mes y medio en el Himalaya, los Benegas debieron
cambiar varias veces de plan. El último, pautado ayer, es que una parte de la
expedición al mando de Willie suba el Everest y otra, comandada por Damián, al
Lhotse. Arriba, los esperan unos 35 grados bajo cero y sólo podrán estar en la
cima un puñado de minutos. Tras regresar al campamento, Damián encarará la
última etapa: intentará escalar el Nuptse, en el que sólo ocho personas
hicieron cumbre. Los últimos fueron los Benegas en 2003. Según el estado de los
demás verán si alguien lo acompaña. Si no, irá solo.
"Nos sentimos preparados para subir, nuestros físicos
están al 100 por ciento, estos días aprovecharemos para descansar y preparar la
salida en el momento que la naturaleza nos marque la famosa ventana",
comenta Damián. "Es clave que el clima nos acompañe. En montañismo solemos
decir que alcanzar la cima no depende sólo de nosotros sino que finalmente quien
decide nuestra suerte es la montaña", agrega Willie.
El guiso de Tommy es historia. Damián se prepara para salir
rumbo al primer paso de la hazaña. Allá a los lejos el Lhotse erige su
esplendor y le recuerda esa cuenta pendiente que lo obsesiona desde hace años.
Los demás quedan agazapados bajo la inmensidad del Everest, esperando la
ventana que les permita lanzarse a ser dueños de la cima del mundo por un rato.
Fuente: Diario Los Andes
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